12 de enero de 2007

Macor al cuadrado

El texto se encuentra en la carpeta que entregaron a los participantes del Torneo Internacional. R de JLRB.
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Leila Macor, Periodista uruguaya, hija de nuestra socia Gabriella Pelissero de Macor, sorprendida con nuestro fanatismo por el juego, nos dedicó unas líneas con motivo del X Torneo Internacional de Scrabble® que queremos compartir con Uds.:

El Scrabble® o los chalados de la Lengua
Por: Leila Macor, una fárraga profana


Dos señoras consideraban si al inusitado verbo "garrar", que se usa cuando el ancla de un barco se desprende de su presa, se le puede poner delante un "so" para formar la palabra "sogarrar". Finalmente una admitió con pena: "Es que todavía no estudié el prefijo "so" y ambas decidieron acudir al Diccionario de la Real Academia Española (DRAE), su juez supremo, para dirimir el conflicto y descubrir que la palabra no existe. Ya se conocen al dedillo el uso de los prefijos in, im, ab, ad, co, y los sufijos aso, iso, ito, azo, oso, on, o sea casi todos los morfemas flexivos que se pueden aplicar a la raíz de cada palabra.

Son jugadores profesionales de Scrabble®, el juego de mesa que consiste en armar palabras cruzadas anagramando las letras de que se dispone. Y ante esta revelación uno no sabe de qué sorprenderse más: de que existan jugadores profesionales de Scrabble®, o de los estudios que hacen para alcanzar ese profesionalismo. Porque lo que acabo de contar es apenas la punta del iceberg.

Estos excéntricos de la Lengua no se conforman con conocer extraños vocablos sino que encima tienen el tupé de usalos de vez en cuando. Uno me dijo un día que su ventana mide cuatro jemes. Ante mi estupefacta mirada explicó, fastidiado por mi ignorancia: "es la distancia entre el pulgar y el índice". Ah, caramba, me dije, segura de que ese conocimiento abandonaría mi memoria en cinco minutos. Otros hablan de ovos, como si fuera tan evidente que ovos son los ornamentos con forma de huevo. O comentan cuán desagradable es ronzar, es decir hacer ruido al masticar algo que cruje: papas fritas, lechuga, maní. O es que alguien no sabía cosa tan obvia.

Anualmente se juega un torneo internacional de Scrabble®, donde acuden delegaciones de todos los países hispano parlantes. Este año le tocará a Uruguay recibir a unas 150 personas, entre jugadores y acompañantes, que vendrán de España y casi toda Hispanoamérica. Incluso acudirán algunos colados de Estados Unidos. Y del 6 al 10 de diciembre todos estos chalados lingüísticos que ronzan y miden en jemes estarán compitiendo en el Hotel Four Points by Sheraton para coronar al próximo campeón mundial de Scrabble® en Español.

El que haya jugado Scrabble® alguna vez y, como yo, se queda chocho con sus 250 tiernos puntitos después de pasar dos horas entrecruzando palabras insignificantes como "hola", "casa" y "calor", se sorprenderá de saber que los jugadores profesionales no hacen menos de 400 puntos por partido y a veces superan los 700. Al que no conoce el juego, si quiere tener idea de en qué consiste esta obsesión, le bastará con enterarse de que quienes se lo toman en serio se saben las 89 palabras de dos letras que existen en castellano. En mi visita al Club Uruguayo de Scrabble® me recitaron sin respirar: "ad, ah, aj, as, ax, be, bu, ca, cu, da, di, do, ea, eh ... " y así hasta la zeta: "za". Ahora bien, no les pregunten qué significa ax o za porque no tienen idea: a los scrabblianos no les interesa el significado de las palabras, sino sus posibilidades para entrecruzarse en un tablero. La memoria es selectiva y no la pueden gastar en tonterías.

En la cola del banco estudian vocablos con una sola vocal, como barn, bloc, clac, cinc, clic, dond, dril1, flan, plim, surf, volt... que a mí lo único que me sugieren son las golpizas de Batman y Robin con sus archienemigos. En el baño se entretienen con los verbos que forman los colores: amarillear, verdear, bermejear, negrear. Algunos memorizan un par de páginas del DRAE antes de acostarse: supe de uno que narra con comprensible orgullo que ya va por la G. Y como la i es difícil de colocar, además tienen una lista de 100 palabras con íes para aprenderse, bibi, chinín, jipi, chiribitil, lilili, pirris. jY aleluya, una que conozco!: bilis.

Existen. Están entre nosotros. Y una invasión de ellos llegará la semana próxima. No dejemos que estos fárragos lexicómanos malabaristas de las letras nos vean como inanes legos que se aserian cuando el birlí del tintirintín se despulla en la llevanza de un bivirí filipichín. ¿Pitiminí?

uruguay@scrabble.org.uy

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