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13 de noviembre de 2022

Horacio y su estado de scrabble permanente



















En la mente afiebrada del mejor jugador de Scrabble del país: 
“Tengo estudiados 3.000 verbos” 

Horacio Moavro es subcampeón mundial del célebre juego y está tercero en el ranking internacional en lengua española. Comenzó a competir en 1998 e ideó un sistema para recordar algunas de las 660 mil palabras del diccionario. 

“Vivo en estado de Scrabble permanente”, admite. 

Las letras caen delante de sus ojos. Lo material se desintegra. Hay una realidad virtual que ocurre a la par que Horacio Moavro observa lo que lo rodea mientras vive. 

Un ejemplo: camina por la avenida Corrientes, cruza la calle y a un costado, un auto espera el verde del semáforo. Mira la marca. Su cerebro se activa en modo Scrabble. Las letras salen volando, una para cada lado, y giran alrededor de su mente afiebrada, que las acomoda de muchas formas posibles, o quizá de todas las posibles. “Veo Citroen y enseguida pienso: recinto, cretino, cetrina...”, enumera rápido. Hace un silencio que no entra ni en un pestañeo, y un anagrama más: “Recotín”. Todas las palabras están en el diccionario de la Real Academia Española. 

Horacio conoce el significado de cada palabra, pero no es lo que más le importan. Solo necesita recordar las combinaciones de las letras. “A todos los que jugamos Scrabble a nivel competitivo nos pasa ¿eh? Es una locura. Voy por la calle y armo palabras con las letras que veo. Cuando jugaba al Tetris también me pasaba. Veía caer las fichitas de colores cuando cerraba los ojos”, ríe Moavro, contador público, porteño de 65 años, padre y abuelo, y subcampeón mundial de Scrabble. 

Según el ranking global, es uno de los tres mejores jugadores del mundo de la actualidad en la versión del juego en español. Eso explica las consecuencias de vivir, como Horacio, en estado de Scrabble permanente. 

Es el capitán del equipo argentino de Scrabble y fue la sorpresa del último mundial, jugado semanas atrás en Buenos Aires, lo que lo hizo saltar del puesto 16 del ranking al top 3. En el certamen quedó detrás del francés Serge Emig, un ejemplo casi perfecto para entender la perspectiva obsesiva de alguien que vive en ese estado: aunque no habla bien español, conoce de punta a punta el diccionario de la RAE. Recuerda más palabras que ningún otro. Y las asocia rápido. “Juega muy bien y se comió el diccionario, se lo tragó. Ganó el Pasapalabra en Francia y otro en la TV de España. Es un personaje, profesor de tenis, vive en un pueblito del norte de Francia”, narra Horacio. 

El pequeño orgullo para Moavro es que uno de los únicos dos partidos que perdió Emig fue a manos suya. “Yo soy el campeón de los humanos porque Serge no es humano”, parafrasea al tenista Andy Murray. 




Moavro, que le debe su pasión al arquitecto neoyorquino Alfred M. Butts, quien inventó el Scrabble en la época de la Gran Depresión, primeras décadas del siglo pasado. -Estaba sin trabajo y se le ocurrió inventar este desafío a partir de una mezcla de sus dos pasatiempos favoritos, los crucigramas y los puzzles.- Durante muchos años Alfred sólo lo usó con su esposa y amigos, nadie se interesó por su invento hasta que a fines de los años 40 salió a la venta y se convirtió pronto en furor. 

A casi un siglo de aquello, el Scrabble se juega en más de 30 idiomas. 

“Es más que un juego de mesa, es un deporte de la mente, como el ajedrez, el bridge. Tiene un reglamento, hay algunos libros sobre estrategias”, explica en un bar del barrio porteño de Villa Crespo donde, casualmente o no, parte de la decoración del lugar son las letras que conforman el nombre del bar repartidas y desordenadas en repisas. 

Moavro comenzó a jugar cuando tenía 10 años. Su tía Ethel tenía un Scrabble y los domingos, después de las pastas, se armaban partidos en familia. Horacio ya mostraba talento y voluntad competitiva. Pero fue a los 15, en las playas de Miramar, mientras jugaba con sus amigos del Colegio Pellegrini, que dio el primer salto hacia las profundidades de este complejo entretenimiento: conoció a Rubén, el papá de uno de los muchachos, un adulto que competía en torneos de Scrabble y que lo tomó como discípulo al verlo jugar. El hombre miraba los partidos y corregía a los adolescentes. A todos les molestaba, menos a Moavro. “Yo le empecé a pedir que me explicara y a él le encantó enseñarme”, cuenta. 

Pero pronto dejó de jugar. Formó una familia y se movió mucho por su trabajo: vivió en Brasil, Montevideo, Rosario, tuvo hijos. A los 40 volvió a Buenos Aires y se anotó por primera vez en un torneo de la Asociación Argentina de Scrabble. Salió tercero en la categoría C. Nada mal para un principiante con talento. “Lo apasionante del Scrabble es que si bien tiene algunos aspectos azarosos, no hay mala suerte. Hay malas jugadas”, dice, y explica “la teoría del quejoso”. “Está basada en el chiste que dice que cuando uno gana es por talento y cuando pierde, mala suerte. ‘Perdí por mala suerte, para qué voy a estudiar si total el Scrabble es un juego de azar’. Si hacés eso vas a jugar cada vez peor. En cambio si te ponés a estudiar, a analizar las cagadas que hiciste, qué cambié mal, por qué no sabía la palabra, o cómo conté mal las letras, podés jugar cada vez mejor y transformás la queja en un aprendizaje. Te sirve para el juego y para la vida”, sonríe. 

Con esa determinación, Horacio se convirtió rápidamente en un jugador competitivo. Sin embargo, en su primer mundial, en 2004 en Panamá, le fue muy mal. Quedó debajo de la mitad de la tabla. No le gustó nada. “Hay un campeón de golf que decía ‘cuánto más me entreno más suerte tengo’”, remarca. La campeona del mundo ese año fue una argentina, Claudia Amaral.

Moavro quería transformar el Scrabble en un método científico. “Yo quería pasar del nivel competitivo al científico. Sistematizarlo como el ajedrez. Con apertura, medio juego. El ajedrez nos lleva 5.000 años de historia y hay una biblioteca, pero quería buscar la forma”, explica. Entonces con Amaral fueron a ver a una psicóloga especialista en Alzheimer, también jugadora de Scrabble, quien le enseñó a Horacio un método para aprender largas listas de palabras. “Nos enseñó varias técnicas. A Claudia no le sirvió por la forma de jugar que tiene pero a mí sí”, cuenta. Entonces Horacio empezó a hacer listas para incorporar variedad de palabras: “Por ejemplo, verbos de siete letras por orden alfabético. A cada una le asigno un número y una imagen. Entonces el verbo está ligado a la imagen. Y después, repetir, repetir, repetir. Si me encontrabas en un bar, podías pensar que estaba rezando el rosario, hablando solo, pero no, estaba repitiendo verbos”. Otro ejemplo: “Tengo verbos de ocho letras que empiezan con A, primera conjugación: abacorar, abarañar, abatanar, abemolar, abicelar, ablentar, abroncar, abieldar”, recita de memoria. “Ahora, eso lo hice en 2004. Hacer la lista es un trabajo mecánico, aburrido, pero fácil. Después hay que estudiarlos. Con esta chica empecé a tener forma de estudiarlo y durante varios años estudié verbos. 

Tres mil verbos. Asocio el verbo a una imagen. El 1 de la lista es un cactus, dos es un auto. En el momento oportuno tenés que saber que el verbo existe y jugarlo”. Lo dice como si fuera fácil. Pero Moavro es uno de los mejores jugadores de Argentina. “Yo tengo el diccionario en la cabeza y busco ahí con las letras que tengo en el atril”. El problema, aclara, es cuando a la Real Academia se le ocurre tocar el diccionario. “Si agrega palabras no te cambia nada, te hace más larga la lista de lo que no sabés. El problema es cuando quitan palabras. Desaprender un verbo conocido es un doble problema”.

Moavro inventó la técnica de asociar palabras con cosas. Pero cada jugador tiene su forma. El neozelandés Nigel Richards, considerado el mejor de la historia, ganó el Mundial en inglés en 2007, 2011, 2013, 2018 y 2019. En busca de motivación, se aprendió el diccionario francés y, sin hablar francés, ganó el campeonato del mundo en esa lengua. “Hace unos años salieron primero y segundo en inglés dos tailandeses que no hablan inglés, y estudiaban la lista de palabra como si fueran colores. Humillaron a todos los yanquis, ingleses, canadienses, australianos”, cuenta Horacio maravillado con la capacidad cognitiva de sus colegas. Richards es ahora una amenaza para Moavro y todos los jugadores top del ranking de Scrabble en español. “Estuvimos en 2016 con él, que se hizo el Mundial en Francia compartido entre inglés, francés y español. Y nos dijo que está estudiando español para competir en español. Olvidate, nos va a ganar a todos. Iba a competir este mundial y avisó que no venía porque no había terminado de estudiar el diccionario. Va a jugar el año que viene y nos va a matar a todos”, repite Horacio, resignado como al que le toca marcar a Messi. 

El método que buscó y encontró para aprender palabras como una computadora llevó a Horacio Moavro a la cima del universo de jugadores de Scrabble. Le pregunto si es mejor ser un especialista en Letras o Filología, conocedor del idioma, o tienen ventaja los que vienen de las ciencias duras, capaces de analizar estadística, combinaciones posibles, suma de puntos. No duda. “Ciencias duras”, responde. 

- Los que vienen de las Letras tienden a hacer palabras floridas, bonitas, vistosas, pero de pocos puntos. Los que venimos de ciencias duras, tenés que contar, duplicar, porcentajes de chances de que saques vocales, números, hay que hacer cuentas. Los mejores jugadores vienen de ahí. Serge, bueno, es profesor de tenis, es un loco suelto. Pero los mejores son de Ciencias de la Administración, hay un agrimensor, y varios de los que están arriba en el ranking son de Sistemas. 

- ¿Tips para jugadores nivel familiar? 

Las palabras de dos letras hay que saberlas. La mayoría las sabés: Lle, za, esas sirven. O ja, je, ji, jo, ju, esas valen todas. O aj, que es “asco”. Uf y uy también valen. - ¿Nada más? - Bueno, el comodín no se desperdicia, salvo que sea para hacer scrabble o alguna combinación que te dé muchos puntos. Si no, es un desperdicio. Hay dos comodines, probablemente salga uno para cada uno, y hay que usarlo lo mejor posible. 

Ox por ejemplo, es una palabra válida. Quiere decir “voz usada para espantar a las gallinas”, sic del diccionario. Horacio Moavro hace un mínimo silencio y la cara se le pone como a un niño. Sonríe y lanza: “Un poco de humor scrabblístico: el otro día vi una gallina y le dije ‘¡Ox, ox!’ y no se espantó. ¿Por qué? Porque la gallina no estudia el diccionario”.

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Información enviada por: Carolina Reyes.
Gracias a Hilda Galindo.
Tomada de: aquí - Infobae.com

7 de septiembre de 2020

Nigel Richards - Memoria Fotográfica



Fotos de archivo: Mundial Lille 2016 -Derecha: Enric Hernández con Nigel Richards. Izquierda: Joana Rubio, Nigel Richards y Alicia Acosta.

Escrito por: Javier Jiménez @dronte

"Nigel Richards es el mejor jugador de Scrabble de todos los tiempos, sin duda alguna". Eso defendía el periodista Stefan Fatsis, uno de los grandes conocedores del submundo del Scrabble de competición, en la NPR hace unos años. Y, a juzgar por el palmarés de Richards, razón no le falta. Ha ganado el Campeonato del Mundo en inglés en 2007, 2011, 2013, 2018 y 2019. Es, de hecho, la única persona que ha ganado el concurso más de una vez. Además, ha ganado cinco veces la liga norteamericana; ocho, la británica; once, el Open de Singapur y trece, la Copa del Rey de Bangkok.

Sin embargo, en 2015 se aburrió. Se compró el diccionario de Scrabble de francés y memorizó sus 386.000 palabras en nueve semanas. Ese mismo año se proclamó también campeón del mundo del juego de mesa en lengua francesa venciendo a auténticos maestros del juego provenientes de Francia, Canadá, Bélgica y el África francoparlante.



La de Nigel Richards, neozelandés nacido en el 67, es una mente fascinante. Sin embargo, no se prodiga demasiado por los medios de comunicación. Quizás la mejor descripción de su método de trabajo venga, precisamente, del propio Fatsis: "Básicamente, lo que hace es mirar listados de palabras y páginas del diccionario. [La clave es que] puede evocar la imagen de lo que ha visto. El mismo dice que escuchar una palabra no es suficiente para pegarla a su cerebro. Pero que si la ve una sola vez, es suficiente para recordar la imagen. No sé si es memoria fotográfica; creo que es algo que la química de su cerebro le permite hacer".

Está claro que el Scrabble no es solo un juego de recordar palabras. Es un juego de estrategia: a nivel profesional, no solo se trata de puntuar más que el rival, también es esencial impedir que el rival pueda hacer más puntos que tú jugando con los espacios y las palabras escogidas. No obstante, lo que cuenta Fatsis deja una pregunta encima de la mesa... ¿existe realmente eso de la memoria fotográfica?

Leer más sobre la memoria fotográfica, en el artículo original: pulsando aquí

En muchos aspectos, la memoria sigue siendo un enorme misterio en el que influyen genética, desarrollo neurocognitivo y experiencias de aprendizaje. La "memoria fotográfica" también lo es. Por eso, verla aparecer con todo su potencial en sitios tan extraños como un concurso de Scrabble es algo realmente maravilloso.

Imagen | John Benitez

6 de febrero de 2019

Tablero en hebreo


Escribe Raz Naot:

Hola desde Israel!
Este es mi tablero hebreo, con autógrafo del famoso 
Nigel Richards 😲💪🏆

20 de enero de 2019

El Mundo Scrabble - LaVoz



El juego, que tendrá su lugar en el Congreso de la Lengua, es practicado por millones de persona en el mundo. Según los psicólogos, sirve para afianzar la memoria semántica.

Ilustraciones de Karlo Lottersberger.
Domingo 20 de enero de 2019 - 10:00


Si te gusta jugar con las palabras, si te aburriste de ganarles a tus hermanos, a tus primos y a tu abuela en el tablero del Scrabble, si con las fichas L, A, I, E, R, G, A, podés formar los vocablos “alegría”, “alergia”, “aligera”, “argelia”, “galería”, “legaría”, “regalía”, te tengo una mala noticia: no sos un genio.

El test para comprobarlo puede ser humillante. Entrá a cualquier sitio de internet donde se juegue Scrabble y es muy probable que abandones la partida antes de desarrollar un complejo de inferioridad irreversible.

En un artículo sobre el enfrentamiento entre Karpov y Kasparov por el título mundial de ajedrez, el escritor Martin Amis dice que “en ningún deporte, quizás en ninguna actividad humana, es tan astronómico el abismo que separa al aficionado del experto”. Una sensación parecida produce enfrentarse a un verdadero jugador de Scrabble.

Un ejemplo extremo: el neozelandés Nigel Richards, último campeón del mundo de la disciplina en inglés, también se consagró en francés en 2015, sin saber pronunciar una sola palabra de ese idioma. ¿Cómo lo hizo? Memorizó el diccionario en nueve semanas y ganó con el vocablo de siete letras “fureter” (husmear).

Pero lo interesante es que a diferencia del ajedrez o del Go, cuyos jugadores alcanzan su plenitud entre los 20 y los 40 años (Magnus Carlsen tiene 28 y Lee Sedol, 35), Richards ya superó los 50; el argentino Luis Picciochi, tricampeón mundial en español, tiene 44 años, y el también argentino Horacio Moavro, último campeón austral y primer ganador del programa televisivo Pasapalabra, 61. Es decir que hay tiempo para practicar y mejorar hasta la tercera edad.





En el Congreso

Justamente porque se trata de un juego en que las palabras desempeñan un rol esencial, no es raro que el Scrabble tenga su espacio en el Festival de la Palabra que precederá al Congreso de Lengua en Córdoba a fines de marzo. El lunes 25 y el martes 26 de ese mes habrá dos eventos vinculados con el juego.

El primer día será teórico, con charlas de docentes y de jugadores expertos, quienes disertarán sobre los beneficios del Scrabble para la agilidad mental y la educación. El segundo día será práctico. Se montará un tablero gigante y competirán dos equipos de 25 integrantes cada uno, coordinados por un especialista.

El Scrabble es considerado un deporte de la mente. Para jugarlo en el nivel de los expertos, hace falta un conocimiento minucioso del vocabulario y una cierta habilidad estratégica para ubicar las palabras en las casillas más convenientes. El término “zoo”, por ejemplo, puede valer sólo 12 puntos (10 por la Z y uno por cada O) o 36 si una de sus letras ocupa el casillero rojo que triplica el valor de la palabra.

Hoy es posible jugarlo en un tablero tradicional o de forma virtual, ya sea ante la inteligencia artificial o ante otros jugadores en red. Hay varias apps disponibles, pero los derechos de Scrabble en español pertenecen a Mattel y está disponible en Google Play. Permite compartir los resultados y las palabras de mayor puntaje en Facebook.

Pasión mundial

Según un artículo de la BBC, publicado en ocasión del 70° aniversario de la creación de Scrabble, en diciembre de 2018, ya se han vendido más de 170 millones de unidades del juego de mesa en 120 países y hay versiones en 29 idiomas.

En realidad, el invento del arquitecto neoyorquino Alfred Butts data de 1938, pero el formato definitivo llegó 10 años después, en 1948, aunque recién en 1952 empezó a ser rentable, de la mano del emprendedor James Brunot y del presidente de la cadena Macy’s, que decidió exhibirlos y venderlos en sus locales

En Estados Unidos y en Inglaterra, despierta tantas pasiones que incluso hay medios, como The Guardian o The New York Times, que le dedican una sección fija en sus páginas, con artículos sobre campeonatos y entrevistas a jugadores. Un periodista deportivo de The Wall Street Journal, Stefan Fatsis, escribió un libro clásico sobre el tema, Word Freaks (Locos por las palabras), en el que entre otras cosas cuenta cómo luego de cubrir un festival de Scrabble pasó de ser un jugador hogareño a un experto con ranking en la National Scrabble Asociation de los Estados Unidos.

Almacén semántico

La Argentina cuenta con algunos de los mejores jugadores en nuestro idioma. En el ranking de la Federación Internacional de Scrabble en Español (Fise), tres argentinos figuran entre los cinco primeros. Sin embargo, el juego no está muy extendido entre los jóvenes y los adolescentes, como si fuera una diversión de otra época, destinada a una generación de nerds anterior a los videojuegos.

Por ese motivo, Horacio Moavro, que además de gran jugador es dirigente de la Asociación Argentina y de la FISE, opina que el Congreso de la Lengua es un espacio ideal para que más gente se sume a los amantes del juego en el país. De todos modos, es cierto que como actividad social parece perfecta para personas de cierta edad, con tiempo para dedicarse a estudiar el diccionario y a pasar horas frente a un tablero.

La psicóloga Laura Manoiloff, directora del Equipo de Investigación de Psicología Cognitiva del Lenguaje y Psicolingüística de la Universidad Nacional de Córdoba, afirma que juegos como el Scrabble y los crucigramas sirven para afianzar la memoria semántica. “Memoria semántica es el conocimiento que tenemos sobre el mundo, que se va incrementando con la edad”, explica.

Ahí está la causa de que los mejores jugadores de Scrabble superen los 40 años. “A los 50 –dice Manoiloff– uno llega a un buen nivel, sobre todo la gente con acervo cultural y que lee bastante. Eso hace que el almacén semántico pueda ser mucho más rico que en un joven”. Es probable que a los 50 empiece el declive en algunas funciones, pero el almacén semántico se engrosa.

No obstante, la psicóloga subraya que tanto los crucigramas como el Scrabble tienen que generarle un esfuerzo a la persona, porque si siempre se mantiene en el mismo nivel, no implica un desafío para la mente.

En la mente de un experto

¿Qué significa un desafío para la mente? Tal vez la historia de Horacio Moavro sirva de respuesta. Tiene 61 años, es contador público, lo que le ha permitido cierta flexibilidad en los horarios para dedicarse al juego. En la página de la FISE, figura en el puesto 22° del ranking, con 2.191 puntos de ELO (sistema de clasificación adoptado del ajedrez).

Recuerda perfectamente cuándo empezó a jugar: un domingo de lluvia, cuando tenía 10 años, con su abuela y su tía como rivales. Años después, ya adolescente, en las vacaciones que pasaba con su familia en Miramar, se juntaba con un grupo de chicos que preferían encerrarse en una habitación frente a un tablero de Scrabble antes que cualquier otra clase de diversión que pudiera ofrecerles la playa.

El padre de uno de esos chicos, que a veces asomaba la cabeza sobre las fichas y les sugería alguna jugada mejor, fue el primer guía de Moavro en su viaje a los tesoros escondidos del Scrabble. Lo escuchó y se dejó ayudar por él. El resultado: ya no pudo volver a jugar con su familia. Sin embargo, pasaron más de dos décadas antes de que compitiera en un campeonato. Un día de 1998, vio un afiche en Rosario que anunciaba “Próximo sábado, torneo de Scrabble”. Y ahí, su vida cambió.

En la lista de consejos de Moavro a quien quiera jugar en serio, figura en primer lugar el ejercicio de memorización. Hay que conocer todas las palabras de dos letras en español (88 en total) y todas las de tres letras (más de 380). Por ejemplo, ‘pchs’ (deletrea: “pe, ce hache, ese”) es el único vocablo en español que no tiene vocales. En la vigésima segunda edición del Diccionario de la Real Academia Española, el término aparece entre “pazpuerca” y “pe”, y su acepción es “interjección para denotar indiferencia, displicencia o reserva”. No se tomen el trabajo de buscar “shhh”. No figura.

En la mente

Moavro calcula que, entre el estudio del vocabulario y las partidas, le dedica un par de horas diarias al Scrabble, aunque en su mente las palabras siempre están dando vueltas, componiéndose y descomponiéndose, como si tuvieran vida propia.

Esa íntima obsesión de los jugadores de Scrabble puede provocar algún que otro malentendido.

Moavro cuenta que una señora ya grande, “a la que le temblaba la mano, pero la cabeza nada”, se había citado con un caballero en un bar frente a una librería.

La dama no podía concentrarse en la conversación y cada tanto sus ojos se desviaban hacia la vidriera de la librería en cuyo cartel se leía el nombre del local. No podía evitarlo: por más esfuerzo que hiciera su cabeza seguía buscando un anagrama de “Cúspide”. Movía las letras, cambiaba de lugar las sílabas, las acomodaba de distintos modos, hasta que de pronto pegó un grito que espantó al caballero: “¡Escupid!”. Siete letras, Scrabble, 50 puntos extra.

Edición Impresa

El texto original de este artículo fue publicado el 20/01/2019 en nuestra edición impresa.

31 de octubre de 2018

Nigel Richards por cuarta vez es el Campeonato Mundial de Scrabble


‘Groutier’: la palabra que ha permitido a Nigel Richards ganar por cuarta vez el campeonato mundial de Scrabble

El neozelandés ha conquistado también la versión en francés del juego en dos ocasiones, la primera en 2015 sin saber hablar ese idioma.

El campeón mundial de Scrabble, Nigel Richards, muestra el tablero que le dio la victoria en la final del torneo celebrada el pasado domingo en Londres. GETTY IMAGES / VÍDEO: REUTERS (al final del texto)

El neozelandés Nigel Richards sigue rompiendo récords en el mundo del Scrabble, un juego con 70 años de historia que se vende en más de un centenar de países y una treintena de idiomas. Richards, de 51 años, acaba de proclamarse vencedor por cuarta vez en su versión en inglés, en un campeonato celebrado el pasado domingo en Londres.

Una de las palabras que le permitió hacerse con el triunfo fue groutier, que significa taciturno o malhumorado. Gracias a ella, Richards sumó 68 puntos dejando el marcador final en 572 a 450. El californiano Jesse Day quedó en segunda posición y aseguró que había sido “un gran privilegio competir con el mejor jugador de todos los tiempos”.

Un reconocimiento que comparten muchos jugadores profesionales y que el neozelandés se ha ganado a pulso desde que, hace 11 años, comenzó a disputar torneos de Scrabble. En el actual, Richards ha vuelto a ganar el campeonato en su versión en francés, hazaña que ya consiguió en 2015 sin hablar la lengua de Molière.

En aquella ocasión una amiga del jugador contó a un diario local que “Richards desconocía lo que significan las palabras y no podría mantener una conversación [en ese idioma]”. El tetracampeón mundial, ganador también en las ediciones de 2007, 2011 y 2013, ha asegurado que “memorizó el diccionario de Scrabble en francés en tan solo nueve semanas”. La palabra que le dio la victoria en aquel torneo fue el verbo "fureter" (fisgonear).

Richards empezó a interesarse por el Scrabble a los 28 años. "Cuando aprendió a hablar no estaba interesado en las palabras, solo en los números", recuerda su madre, Adrienne Fischer, que le descubrió el juego: “Relacionaba todo con los números. Lo veíamos normal. Nigel era Nigel”. De hecho, Fischer nunca creyó en el éxito de su hijo, porque en la escuela “no era bueno ni en ortografía ni en inglés”.

Su habilidad innata con el Scrabble podría basarse en la memoria fotográfica y en técnicas matemáticas. Huraño y poco hablador, Richards tiende a rehuir las entrevistas y ni siquiera su madre conoce qué trabajo tiene en Malasia, donde reside actualmente. Unir palabras sigue siendo su pasión: ha ganado 2.758 de las 3.600 partidas disputadas en el circuito profesional.

Muchos contrincantes lo definen como “una computadora de barba pelirroja”. Richards tendrá ahora que pensar qué hacer con los 20.000 dólares (unos 18.000 euros al cambio) que se metió en el bolsillo por ser el mejor del último torneo.

Pueden ver un video corto, pulsando aquí 
Todo fue tomado de: El País

22 de julio de 2015

Todo el mundo a dejarse crecer la barba




















"El campeonato mundial del popular juego de palabras Scrabble para la lengua francesa fue ganado por un neozelandés que no habla una palabra de ese idioma.

Nigel Richards venció en la final celebrada el lunes en Lovaina, Bélgica, por 2-0 a Schélick Ilagou Rekawe, de Gabón, quien ya había sido finalista en 2014.

Richards, considerado uno de los mejores jugadores del mundo de juegos de mesa de palabras, venció a rivales de Francia, Bélgica, Canadá y países del África francófona hasta convertirse en el campeón de la edición 44 del mundial de Scrabble en francés.



















De memoria

Según el canal de noticias France 24, Richards se aprendió de memoria todo el diccionario francés de Scrabble, de más 200.000 palabras, en nueve semanas.

Y sin necesidad de saber cómo pronunciar las palabras ni de conocer su significado.

Scrabble

El scrabble es un juego de mesa en el que los jugadores deben armar palabras sobre un tablero para sumar puntos.

Pero esta no es la primera vez que el hombre gana un mundial de Scrabble.

En 2007 y 2011 se coronó campeón de los mundiales de Scrabble de lengua inglesa, su lengua materna. También ostenta cinco campeonatos en Estados Unidos.

"Felicidades Nigel, eres increíble", escribió la Federación Francesa de Scrabble en su página web.

Richards también fue ovacionado por los asistentes a la final."

Tomado de: BBC
Gracias a: Adriana Cuervo

21 de julio de 2015

15 de noviembre de 2007

Mumbai 2007

Noticia de: NUEVA YORK, November 14 /PRNewswire/ --

Por primera vez en la historia, la India ha sido la anfitriona del noveno Campeonato Mundial de Scrabble(R) en noviembre de 2007. Traído a la India bajo el patrocinio de Mattel Toys (India) Pvt. Ltd, el Campeonato Mundial de Scrabble(R) contó con más de 110 jugadores de 42 países compitiendo por el codiciado título. El campeonato de tres días comenzó en Bombay el 9 de noviembre y culminó en una mega final el 12 de noviembre.

Aquí pueden ver un video de Medialink y Mattel: Hacer que cada palabra cuente.

Iniciado en 1991, el Campeonato Mundial de Scrabble(R) (WSC) se desarrolla cada dos años. Durante los 16 años de historia del WSC, la participación en este prestigioso torneo ha aumentado rápidamente desde 48 jugadores de 19 países en 1991 a 110 jugadores de 42 países en la actual novena edición del WSC en Bombay.
Anunciando el itinerario de estos tres días de gran espectáculo, Sanjay Luthra, director administrativo de Mattel Toys dijo: "Scrabble(R) significa que 'cada palabra cuenta', lo que ilustra la personalidad competitiva y divertida del Scrabble(R) y el grado en que los jugadores se implican en el juego. Estamos muy contentos con la oportunidad ofrecida por la India de celebrar el Campeonato Mundial de Scrabble(R) por primera vez y sentimos que esto llevará al juego número uno de la India a un nivel aún superior".

Inventado en 1948 por el arquitecto Alfred Mosher Butts en EE.UU., el juego llegó al país y al mundo como un vendaval y ha continuado creciendo en popularidad desde entonces, llegando al casi irrebatible estado de venderse en 121 países y traducirse a 29 idiomas. Scrabble(R) está respaldado por años de sólida herencia, y celebraremos con mucho orgullo su 60 aniversario el próximo año.


El ganador del Torneo Nigel Richards, de Nueva Zelanda.