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16 de mayo de 2012

Descubre las claves

Palabras y buenos consejos del que práctica y estudia los por qué :)


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Querida Duplicada

16 de noviembre de 2006

Un cuento feliz




Este cuento es mi regalo para el equipo venezolano que nos va a representar en Uruguay. 

Las palabras resaltadas en azul no pueden pluralizarse.

Un Cuento FELIZ

Quiero relatar la historia de un JELIZ que tomaba JEREZ que guardaba en un BELEZ. Él recorría el ALFOZ donde había mucho ALJEZ y también ALMEZ. Apretando su ARRIAZ, a la frecuencia de un HERTZ, de manera AUDAZ enfrentó a un ATROZ y AGRAZ individuo que lo esperaba debajo del ALFIZ, para arrebatarle su CÁLIZ y también su BIFAZ, que había encontrado en sus excavaciones en las cercanías del PROÍZ. Fue un combate FEROZ, más no así FUGAZ, sobre aquel terreno FERAZ. El atacante en cuestión tenía un MATIZ de MEMEZ y su musculatura denotaba MOLLEZ por no haberse ejercitado bien en su NIÑEZ. En medio de la lucha fueron a dar al PAJUZ. Vencido el atacante fue presentado ante el HAFIZ del HABIZ que sostenía en sus manos enguantadas un halcón recién salido de su POLLEZ y que presentaba en una de sus alas un profundo HAMEZ. El HAFIZ quedóse mirando con cierta MUDEZ al atacante, de pronunciada NARIZ y presentando en su rostro cierta ROJEZ por la presencia de una VARIZ; miró con aprensión los cadáveres del ARROAZ y del LATAZ, que aquel transportaba en un saco. Al ser conminado a identificarse, el atacante, quien se cubría con un CAPUZ, alegó ser un PAPAZ de paso VELOZ por esas tierras. El HAFIZ les invitó a compartir sus alimentos, de esa manera esperaba obtener más información acerca de los viajeros. Les comentó que era conveniente alimentarse bien para, estando ellos en la CANEZ, llegar sanos a la VEJEZ. Con sumo cuidado extrajo dátiles de un CAFIZ y con un LÁPIZ apuntó lo extraído en una libreta, demostrando así VIVEZ sin ÑOÑEZ en sus actuaciones. El atacante con suma CODEZ se abalanzó sobre los dátiles, alegando que desde RAPAZ era muy VORAZ. Quisieron ver los objetos que comerciaba el JELIZ y éste de manera cordial les mostró: un CAHIZ de legumbres, un COBEZ, un pequeño TAMIZ y bajo el TELLIZ de su alazán una brillante FOLUZ. El JELIZ en forma TENAZ insistió en irse para comprar el TAPIZ que debía llevar a su cliente que lo esperaba cerca del SOCAZ. El atacante DICAZ, de manera VIVAZ se ofreció para acompañarle y poder vender de REFEZ, su mercancía al futuro comprador y pronunció un jofor: "Un manto de CAZUZ y de piedra PÓMEZ cubrirá el ALHOZ de un mal CARIZ precisarás de compañía para tu viaje. Al oír tal ofrecimiento el HAFIZ le ripostó que no era SAGAZ y que más bien le parecía RAHEZ y SALAZ (por la forma como miraba a las mujeres que caminaban cerca); que no era VERAZ, antes bien, FALAZ, que no estaba nada bien tratar de hacer esa CHAPUZ al comprador del JELIZ. Cuando se despidió de ellos, el HAFIZ, a SOVOZ, conminó al supuesto PAPAZ a no ser MINAZ, que su acción contra el JELIZ denotó BAJEZ y le hacía ver como un RAFEZ, que agarrara su VELIZ y se dedicara al trabajo honrado para llegar a tener lo necesario sin llegar a la LLENEZ, lo que le produciría SOLAZ y evitaría la CANEZ. Además le reprendió por su BURREZ al menospreciar al JELIZ quien no presentaba signo alguno de CHOCHEZ. He sido CAPAZ de redactar este cuento FELIZ. --- 

Gracias, Viodemir.

2 de julio de 2006

La palabra más hermosa




Publicado en el Diario de Yucatán - edición electrónica
Despistes y franquezas Augusto Romero Sabido No participé en la encuesta para escoger la palabra más hermosa de nuestro idioma, mejor dicho no envié mi respuesta. Pero cada día que leía en el Diario los avances del proceso, hacía yo mi propia selección. Y con el perdón de los electores, “amor” fue una opción poco agraciada. Sería interesante saber qué criterios se tuvieron en cuenta. Habrá sido tal vez la definición de las palabras, su etimología, su sonoridad o su fuerza cultural. Porque si una multitud de adolescentes votaron por amor basados en los efectos endocrinos que les produce la palabra, el voto debe declararse inválido por uso ilegítimo de hormonas en un certamen netamente lingüístico. Pero dudo que amor haya ganado por este camino, la mayoría de los púberes están muy poco interesados en la gramática y si se enteraron del concurso habrán dicho: “equis”. Si en cambio votaron por ella madres, viudas, solitarios, amantes desdeñados, revolucionarios o soñadores, la elección es auténtica porque para ellos amor significa adoración, nostalgia, pasión, devoción o éxtasis. De cualquier manera, a mí esta palabra me parece muy corta, poco resonante y demasiado trivializada. Yo adoro las palabras; me gusta aprender cada día una nueva; doy el triste espectáculo de ser fanático del juego más aburrido del mundo: “scrabble”, que no es palabra castellana ni inglesa, pero que según entiendo tiene el sentido en inglés de escalar, por la mecánica del juego. Yo, que adoro las palabras, escogí dos como las hermosas de nuestra lengua, solipsismo y agua, y no pude evitar declarar ganadora en mi concurso personal a la segunda. Desde la primera vez que oí “solipsismo”, la palabra me atrapó en todos los sentidos. Tiene una sonoridad muy especial; etimológicamente viene, según el diccionario de la RAE, del latín “solus ipse”, que significa “uno mismo solo”; según el mismo diccionario es una forma radical de subjetivismo según la cual sólo existe o sólo puede ser conocido el propio yo. ¿No es totalmente inquietante que haya quien piense que la realidad se deriva de la actividad de la propia mente y que nada existe fuera de uno mismo? Por si fuera poco, la palabra me seduce porque define en mucho la naturaleza de la nación mexicana, especialmente en tiempo de elecciones. ¿No les parece que algunos políticos son completamente solipsistas? Lástima que no puede fundarse un nuevo PSS (Partido Solipsista del Sureste), porque quien lo fundara, si fuera radical, tendría que aceptarse sólo a sí mismo como miembro de su partido. Pero esto no está pasando, ¿verdad? Hablando en serio y como ya había dicho antes, la palabra que más me gusta es “agua”, especialmente desde que me he vinculado al trabajo de la tierra. Si hubiera vivido en esta tierra entre el año 300 al 900 después de Cristo no hubiera tenido ninguna dificultad para creer que Chaac era Dios, tanto que no he podido resistir la tentación de celebrar el Ch'aa Chaac. Porque me gusta la palabra agua en todas sus presentaciones, como mar, rocío, fuente, incluso como lágrima, pero sobre todo me gusta como lluvia, como cuando después de esta inmisericorde sequía, veo caer detrás de mi persiana las gotas de la misericordia divina.— Mérida, Yucatán. ars@sureste.com