6 de diciembre de 2023

IV Campeonato de Scrabble de Valencia - Crónica

CRAPULEANDO

(CRONICA DE POMPA Y CIRCUNSTANCIA)

Dicen que las buenas crónicas son como los buenos vinos, que mejoran con el tiempo.

Bueno en realidad no creo que nadie haya dicho semejante tontería, pero lo digo yo ahora y basta, aunque en realidad importa bien poco ya que esta frase célebre solo es aplicable a las buenas crónicas y la presente, queridos y sufridos lectores, vaticino que va a ser un autentico truño (invalida, sustituir por zurullo) sea como fuere lo que sí es cierto es que después de pasar tres semanas desde la celebración del torneo es inevitable que este relato lo que sí tenga sea un cierto sabor a rancio.

Hace ya algún tiempo que vengo notando con creciente preocupación que mi otrora portentosa memoria empieza a jugarme malas pasadas y se va deteriorando al mismo ritmo que lo hace mi talento literario, así que podéis intuir que si no recuerdo lo que desayuné esta mañana es poco probable que recuerde algo de lo sucedido hace 21 días, aunque siendo cruelmente sincero, si hay cosas de las que no me acuerdo… será por algo.

Creo recordar que el torneo fue en Valencia…si, si, seguro que fue en Valencia porque me parece que estaba jugando Javier Gilaberte y ese solo juega los torneos valencianos.

Y a partir de aquí mis recuerdos se difuminan y mi mente se nubla pero intentare rescatar de entre las brumas del olvido algún retazo coherente de realidad con el que poder hilvanar un relato fehaciente de lo acontecido.

Los días previos fueron complicados, la única forma de alojarse en Valencia sin tener que empeñar el único riñón que me queda, era en un hotel cápsula, es decir tenías que dormir en una especie de cabina como las de las naves espaciales (a lo que Mari se negó ipso facto). Probablemente todos pensareis que esto me lo estoy inventando y es fruto de la desbordante imaginación de ElCrapula, pero os juro por los hijos que nunca tendré que es absolutamente cierto, también cabía la posibilidad de compartir habitación en literas con una docena de hippies piojosos (a esto me negué yo ipso facto). Pepe con su mejor voluntad intento echarme una mano y me recomendó un hotel en las afueras de Toledo que no estaba mal de precio pero me pillaba un poco retirado de la sala de juego, así que finalmente decidí alojarme en un hotel de Manises, confieso que no sin antes encomendarme a San Impugnacio patrón de todos los jugadores mediocres de Scrabble, y cuyos dueños seguramente serian muy limpios pero imaginación tenían poca ya que llamaron a su establecimiento hotel Manises.
Bueno, en realidad tampoco eran limpios, tal y como pude comprobar al ver mi habitación.

En la colcha de la cama pude identificar perfectamente Centroamérica y América del Sur, así como los casquetes polares y parte de Siberia, el resto del mapamundi no se apreciaba a simple vista, seguramente por la acción de algún quitamanchas efectivo.

Por higiene mental obvie pensar siquiera de que podían ser aquellas manchas pero os aseguro que si allí entra un equipo del CSI resuelve en un santiamén la mitad de los crímenes del siglo pasado.

En el baño no había ningún azulejo igual a otro y solo había dos que no estaban partidos, me llamo la atención que las toallas fuesen marrones y no blancas como en todos los hoteles y pensiones del mundo, al ducharme pude comprobar que en realidad algún día si habían sido blancas.

Al día siguiente fuimos en metro a la sala de juego y me di cuenta al llegar de lo estúpido que había sido, una docena de personas dormían en colchones en plena calle y os aseguro que aquello era más confortable que mi hotel y gratis. En un principio pensé que eran indigentes y drogadictos, pero después de preguntar a uno de ellos me confirmo que eran de una convención de altos ejecutivos de una empresa multinacional, tampoco me extrañó lo más mínimo en vista de los precios del alojamiento en Valencia.

La sala estaba en la primera planta y ahí surgió el primer inconveniente, el ascensor, como todo buen ascensor que se precie, se rompió en el momento más inoportuno y la encargada nos informo de que no sabía que había pasado, que un técnico había venido a arreglarlo la semana pasada. La cuestión es que había un par de jugadores que tenían serias dificultades para subir escaleras (en realidad había tres, pero yo haciendo un esfuerzo sobrehumano y con dos botellas de oxigeno subí aun a riesgo de mi vida), al final se soluciono habilitando una sala en la planta baja para que dichos jugadores pudiesen jugar sus correspondientes partidas, yo propuse en solidaridad con ellos jugar también mis partidas en la planta baja, pero no coló. ¿Dónde hay un técnico de Zardoya Otis cuando se le necesita?

En la sala había una mesa llena de manjares y viandas para solaz de los jugadores, pero de la prometida tarta ni rastro.

Voy a obviar la parte más aburrida de mis crónicas que es el relato de mis enfrentamientos y me centrare tan solo en lo importante. El Zajari se está convirtiendo en uno de los clubes más poderosos de España, son un montón de jugadores del montón, un par de jugadores mediocres y alguno bueno, pero más allá de lo deportivo son muy poderosos económicamente, incluso se han permitido el lujo de comprar tableros y fichas para no depender de la AJS en la organización de torneos, lástima que los hayan pedido en Aliexpres, los tableros y las fichas tenían pase, pero las bolsas se deshilachaban, a medio torneo todas estaban remendadas con precinto y empezaron a aparecer fichas por los suelos caídas por los incontables agujeros que se iban abriendo en las costuras. Eso sí, no hay mal que por bien no venga, María José Monreal se dedico durante todo el torneo a recoger los hilos sueltos que quedaban sobre las mesas al finalizar las partidas y ha prometido que con ellos va a tejerme una bufanda para paliar los rigores del invierno murciano, espero recibirla en enero durante la celebración de nuestro torneo.

El tema de la comida a mi me estaba dando mala espina, el menú era una sucesión de platos de esos que tardas mas en leerlos que en comértelos, cosa que en principio es garantía de buena cocina, pero lo que me despistaba era el precio, como todos sabéis yo soy un gran sibarita y estoy acostumbrado a comer en restaurantes de esos que te piden un avalista antes de dejarte entrar y aquellos manjares sonaban demasiado bien para un precio tan barato, en algún lugar tenía que estar la trampa y pronto la descubrimos, el menú efectivamente era el prometido, pero en seguida nos dimos cuenta todos de que cada plato había que compartirlo entre 5 personas y media, bueno todos no, Gabriel Vulej no debió percatarse del detalle y cada vez que venía la camarera pillaba una fuente y se la comía enterita. La comida estaba bastante buena pero confieso que salí de allí con el estomago vacío de alimentos y el alma repleta de conocimientos que alimentan el espíritu, con las interesantes opiniones que se vertieron durante la sobremesa.

Por la tarde seguíamos sin rastro de la tarta prometida. Yo acusaba la falta de hidratos de carbono que como todos sabéis son los que se transforman en glucosa y alimentan los músculos además del cerebro y solo gane una de cuatro echando por tierra lo conseguido durante la mañana tirando por la borda cualquier opción de obtener un buen resultado. En cabeza Pepe Baynat y Javier Gilaberte.

Esa noche me fui a dormir temprano y calentito, al llegar al hotel tuve un deja vu y me di cuenta de que yo ya había estado anteriormente en ese hotel, fue en el primer torneo de Valencia que se celebro en Manises, entonces comprendí lo cierta que es aquella frase que dice: “El hombre es el único animal que tropieza dos veces con el mismo hotel infecto”

Al día siguiente salimos de allí con la impresión de haber sobrevivido a un secuestro y la alegría de abandonar aquel antro aun con vida y me prometí a mi mismo no volver nunca jamás a Manises.

Tuve mucha suerte y encontré un aparcamiento justo al lado de la biblioteca, no tuve tanta suerte en encontrar una churrería y al final tuve que desayunar un puto fartons, una especie de aspirante a churro pero cuyas características organolépticas son casi idénticas a las del H2O, son inodoros e insípidos, son aire en estado sólido con un poco de azúcar glas por encima. La capacidad de los Valencianos para tomar el pelo a la gente con su pretenciosa gastronomía es tan infinita como el universo y la estulticia humana, otro ejemplo claro es la horchata donde se mojan los fartons, ¿horchata de chufa?, ¿de una raíz que se extrae del suelo? Nunca sabréis lo que es disfrutar de una deliciosa horchata murciana que se elaboran con almendras. De hecho el único tubérculo que merece considerarse un alimento es la patata y acompañada de un huevo frito y panceta, mejor aun.
Y ya que me estoy metiendo en un peligroso jardín, me meteré en el hasta el corvejón, porque aun hay un ultraje mayor, casi, casi se puede considerar una verdadera afrenta: la paella Valenciana, creedme, si alguna vez tenéis la inmensa suerte de comer un arroz murciano con costillejas o con conejo y serranas, sabréis lo que es alcanzar el Nirvana y os daréis cuenta de que la paella valenciana debería comerse solo en caso de necesidad extrema y bajo estricta supervisión médica.

Otra cosa diferente son las tartas, por fin apareció la que yo creía que era solo una leyenda, pero existía y tenia buena pinta. Yo ya ni siquiera me concentre en el juego, solo pensaba en hincarle el diente a aquella maravilla y en que terminara aquel suplicio, pero todo tiene su fin y el torneo también y la tarta ni te cuento, voló.

Campeón el de siempre, Javier Gilaberte.
Segundo clasificado Pepe Baynat
Tercero Carlos Puente.
Mejor debutante Gabriel Vulej, que también era el único si exceptuamos a su santa esposa Ana Ziser que claramente le dejo ganar.
Mejor sub-1800 Miguel Feliú.
Mejor sub-1900 Luis Alonso, al que le sentó bien el destierro.

Y mejor palabra bibliotecaria y cien pavos del ala, para Gabriel Vulej por CARTEASE que al parecer tiene una acepción relacionada directamente con las bibliotecas.

Este premio fue muy polémico, Montse Hergueta quería que se lo diesen a ella por poner EDREDON, alegando que ella se tapaba con el edredón cuando se iba a la cama a leer un libro que previamente había tomado prestado en la biblioteca de su barrio, pero por más que lo intento el veredicto fue inapelable.

Al bajar a la planta baja, valga la redundancia, para hacer la foto de grupo, estallo el caos, a Manuel Guillen que había recibido el premio al furgón de cola consistente en una preciosa calabaza de cerámica no debió gustarle demasiado su premio y lo estampo contra el suelo provocando el pánico de la directora de la biblioteca, al mismo tiempo Feli que no puede estarse quieta se acerco al ascensor, apretó el botón verde de llamada y el ascensor comenzó a moverse, cuando llego abajo se abrió y dentro había un hombre de mediana edad con barba de varios días y un mono azul de Zardoya Otis, al parecer llevaba allí casi una semana encerrado, desde que vino el lunes a intentar arreglar el ascensor y para colmo cuando estábamos ya todos preparados para la foto en el marco incomparable de una plaza repleta de ejecutivos durmiendo la siesta en colchones, nos dimos cuenta de que faltaban varias personas ( no diré nombres porque ya hace falta ser burro para que te pase eso y no quiero que nadie se ofenda) que se habían quedado encerradas dentro de la biblioteca, pero nos fuimos todos tranquilos para casa, no iban a aburrirse, tenían suficiente lectura para aguantar hasta que abrieran el lunes.

No puedo ocultar que esta es una crónica de circunstancias, hecha mal y tarde y solo por la insistencia de algunos jugadores Zajaríes que aún conservaban la esperanza de que iba a escribirla tres semanas después.

Nunca antes había hecho esto, normalmente si pasa una semana y no he podido hacerla ya lo dejo pasar, pero recordé que eso fue lo que hice el pasado torneo de Valencia, de hecho fue aun peor, porque la empecé y no llegue a terminarla y creo que no sería justo para ellos dos torneos consecutivos sin que yo me tome la molestia de escribir unas líneas y más aun cuando si lo hago con otros clubes y además como iba a ser tan desconsiderado con el club en el que militan un gran número de seguidores de mis crónicas, por no decir los únicos.
En fin, que os pido disculpas por lo del año pasado y también por lo de este, os merecíais una crónica en su momento y mucho mejor que esta que ha sido escrita con urgencia y sin dedicarle el tiempo necesario, pero lo he hecho desde el convencimiento de que sabréis perdonarme y de que sabréis valorar el esfuerzo realizado y sé que me estaréis tan agradecidos qué vais a venir todos al torneo de Murcia.

Por Dios, no penséis que os estoy chantajeando, no soy tan rastrero, si no podéis venir tranquilos que no os guardare rencor…ni os volveré a escribir otra crónica.

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