Al reflexionar sobre la educación nos encontramos que el auténtico protagonista es el educando; de ahí la importancia de la autoeducación. Pero también es una realidad que se educa con el estímulo de otros, con la ayuda de los padres y profesores fundamentalmente.
En la educación se dan dos procesos: el de individualización y el de socialización.
Por la individualización el hombre llega a ser él mismo, produciéndose un acto de asimilación cultural y moral. Por la socialización el hombre aprende a convivir con los demás, a pensar en los otros y servir a la sociedad. A través de estos dos procesos el hombre llega a ser persona: llegar a ser él mismo, realizar todo el valor de la persona (M. Sciacca) y aprender a ser persona (G. Langford).
”El concepto de persona no envuelve imperfección alguna, sino que es perfección pura. En primer lugar, porque es el modo de ser de una naturaleza intelectual, la más perfecta de todas. Y, en segundo lugar, porque expresa el modo de ser más perfecto; es decir, con independencia total de otro sujeto y con absoluta incomunicabilidad” (...)
Cada hombre es una realización imperfecta – puede mejorar – y a la vez es una persona que tiende a su plena realización. Puede mejorar y necesita mejorar.
La educación consiste en ese proceso de mejora, que ha de ser personal, íntegra y total. La “educación integral es aquella educación capaz de poner unidad en todos los posibles aspectos de la vida de un hombre” (...)
No es lo mismo que la mejora personal se realice sólo a nivel humano, o que se realice también en la dimensión sobrenatural de la vida de un hombre. En este caso el factor integrador es la fe. La educación integral debe respetar los tres dones esenciales del ser humano: la libertad, el amor y la fe.
Arturo Ramo García.
Inspector de Educación
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En la educación se dan dos procesos: el de individualización y el de socialización.
Por la individualización el hombre llega a ser él mismo, produciéndose un acto de asimilación cultural y moral. Por la socialización el hombre aprende a convivir con los demás, a pensar en los otros y servir a la sociedad. A través de estos dos procesos el hombre llega a ser persona: llegar a ser él mismo, realizar todo el valor de la persona (M. Sciacca) y aprender a ser persona (G. Langford).
”El concepto de persona no envuelve imperfección alguna, sino que es perfección pura. En primer lugar, porque es el modo de ser de una naturaleza intelectual, la más perfecta de todas. Y, en segundo lugar, porque expresa el modo de ser más perfecto; es decir, con independencia total de otro sujeto y con absoluta incomunicabilidad” (...)
Cada hombre es una realización imperfecta – puede mejorar – y a la vez es una persona que tiende a su plena realización. Puede mejorar y necesita mejorar.
La educación consiste en ese proceso de mejora, que ha de ser personal, íntegra y total. La “educación integral es aquella educación capaz de poner unidad en todos los posibles aspectos de la vida de un hombre” (...)
No es lo mismo que la mejora personal se realice sólo a nivel humano, o que se realice también en la dimensión sobrenatural de la vida de un hombre. En este caso el factor integrador es la fe. La educación integral debe respetar los tres dones esenciales del ser humano: la libertad, el amor y la fe.
Arturo Ramo García.
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