21 de abril de 2008

Cuento

Escribe: Víctor Carbajo

Don Piano y la Girasola

Parte I

De todas las Villaviciosas, la más querida en el Reino era Villaviciosa de Odón; apreciada por sus artistas, pero sobre todo por sus músicos.

Los artistas músicos a los que me refiero eran básicamente animales hábiles en tañer instrumentos, aunque los más solicitados de todos no eran animales sino instrumentos que tocaban solos. Estos instrumentos vivían en Odón, viejo castillo de los tiempos de las cruzadas que defendía el pueblo de los invasores enemigos del arte.

—¡Don Clarinete, Don Clarinete; Don Violín, Doña Chelo vengan, que Don Piano se ha cerrado la tapa! —dijo Doña Flauta desde el salón principal del castillo.

El primero en acudir, Don Violín Stradivarius, era un violín de cuatro cuerdas y cinco clavijas único en el mundo. Siempre andaba tocando de una a otra almena imitando a los canarios y los grillos y estaba felizmente casado con Doña Chelo Guarnieri, la segunda en aparecer.

—¿Qué le pasa esta vez? —preguntó Don Violín.

—No lo sé —respondió Doña Flauta—. He oído un ruido muy fuerte desde la cocina y he venido corriendo.

—Se habrá desafinado otra vez —dijo Doña Chelo—. La última vez que se cerró la tapa estuvo siete meses sin tocar.

—¿A qué tanto revuelo? —preguntó Don Clarinete, que acababa de llegar del sótano.

—Pues ya lo ve usted: Don Piano otra vez cerrado —respondió Doña Chelo.

Si Don Piano se cerraba la tapa los instrumentos del castillo, conocidos por el Quinteto de Odón, no podían tocar todos juntos —los cinco juntos— y no podrían realizar sus famosos “Conciertos Sentidos de Villaviciosa de Odón”; conciertos tan admirados que el propio rey había prohibido por orden especial que ningún músico podía tocar en ningún lugar del Reino durante la interpretación de los mismos. Como veis, que Don Piano se cerrara la tapa era casi un desastre nacional.

Parte II

Al día siguiente un equipo de psicólogos, parapsicólogos, ultrapsicólogos, magos y adivinadores llegaba al castillo para descubrir qué le ocurría a Don Piano, puesto que cuando se cerraba la tapa no quería hablar con nadie y parecía haberse ido de este mundo.

—Hasta ayer mismo Don Piano estuvo tocando tan maravillosamente como siempre lo hacía, pero de repente ¡plum!, se cerró —explicaba Doña Flauta al equipo de psicólogos. Doña Flauta estaba obsesionada con la Luna; gran parte del tiempo lo utilizaba para dar brillo a su piel plateada y se vestía con sedas blancas del Sahara. ¡En verano no tomaba el Sol sino la Luna por las noches!

—La última vez que Don Piano se cerró la tapa y no podíamos tocar los cinco juntos, Piris se entristeció tanto que nos dejó de mirar con sus preciosos ojos durante cuatro primaveras —suspiraba Don Violín.

Para todos los artistas del Reino, y no sólo del Reino sino de todos los reinos del planeta, la inspiración la encarnaba Piris, una diosa múltiple; múltiple porque era la diosa de los bombones y caramelos, de las estrellas y cometas, de los peluches y muñecas, pero sobre todo era la diosa de la belleza. A Piris le maravillaban los “Conciertos Sentidos de Villaviciosa de Odón” que ofrecía nuestro Quinteto de Odón, y si la maravillaban la exaltaban, y si la diosa se exaltaba todos los artistas del planeta gozarían de inspiración y haría que nuestro Quinteto de Odón tocara mucho mejor, y si tocaba mejor la diosa se maravillaba más, y si se maravillaba más se exaltaba más, y si se exaltaba más la inspiración corría a raudales por todo el planeta…

Pero si Don Piano se cerraba la tapa la diosa Piris dejaba de mirarnos con sus preciosos ojos y todas las manifestaciones artísticas del planeta carecían de inspiración —de inspiración divina.

Parte III y final

Tras largas horas de indagaciones, investigaciones y conjeturas el equipo de parapsicólogos estaba desilusionado, completa y absolutamente desilusionado porque no consiguió aclarar nada. Don Clarinete, que había sido trompeta sin pistones en otra vida y tenía una hendidura en una de sus llaves por participar en la “Guerra de los Cien Pitos” —que ganaron los oboes—, se decía a sí mismo: “Si todos dejásemos de tocar cada vez que nos surgiera algún problema estábamos listos; pero como Don Piano es el rey de los instrumentos…”

—Deberíamos llevarle al hospital; a lo mejor se le ha roto alguna cuerda —decía Doña Chelo. Doña Chelo no sólo era una esposa ejemplar y buena cocinera sino que estaba locamente enamorada de la música de Jazz, tanto que su especialidad en la cocina era la empanada de Jazz, que es el plato antecesor —si lo decís muy rápido— de lo que hoy conocemos por empanadillas.

Nadie sabía qué le sucedía a Don Piano; ni Doña Flauta, ni Doña Chelo, ni Don Violín, ni Don Clarinete, ni la diosa Piris, ni el equipo de ultrapsicólogos… Nadie. ¿Se habrá desafinado? ¿Se le habrá roto alguna cuerda? Nadie lo sabía.
De repente…

—¡Me ha vuelto a mirar, me ha vuelto a mirar! —exclamó Don Piano abriéndose la tapa.

—¡¿Quién te ha mirado?! —preguntaron todos.

—La girasola que veo por la ventana. Ayer me miraba y toqué para ella durante todo el día; pero al atardecer, cuando se iba el Sol, se giró y ya no me miraba. Por eso me cerré —lamentábase Don Piano.

Lo que Don Piano no sabía es que los girasoles miran al Sol y giran cuando el Sol se mueve; coincidió que la girasola para la que él tocaba tenía que girarse en ese momento porque se iba el Sol, Don Piano pensó que se giraba porque no le gustaba su música y se cerró.

Para que esto no volviera a pasar los animales músicos, los instrumentos que tocaban solos, la diosa Piris y el equipo de magos y adivinadores decidieron trasladar a la girasola en una maceta a la habitación del castillo donde se encontraba Don Piano, y pensaron que si colocaban encima de la cola de éste una gigantesca bombilla de 500 vatios —simulando al Sol— la girasola no se giraría ni dejaría de mirarle en ningún momento y así Don Piano no volvería a cerrarse la tapa. Dicho y hecho, los “Conciertos Sentidos de Villaviciosa de Odón” se reanudaron y todos eran felices, pero imaginaros el cuadro: la girasola mirando a Don Piano, o mejor dicho, mirando al enorme bombillón situado encima de éste, y el resto de los instrumentos tocando con gafas de sol por la gran potencia luminosa de la descomunal bombilla. Desde ese día los “Conciertos Sentidos de Villaviciosa de Odón” pasaron a denominarse “Conciertos Sentidos e Iluminados de Villaviciosa de Odón”. Colorín colorado, este cuento se ha acabado. Chimpón.


Visiten también, muy interesante y dado al DRAE ;), su sección de Palabras Españolas

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