01.- Nombre completo: Octavian Mocanu, alias Ovni
Atac, alias Toni Vaca, alias...
02.- Profesión: Ingeniero informático en el trabajo y escrablero en el ocio.
03.- ¿Desde cuándo juegas scrabble? Desde tiempos inmemoriales, aunque la bibliografía oficial fija el primer intento en el AD ‘987 y el definitivo e irremediable 4 rotaciones terrestres después.
04.- ¿Cuánto tiempo le dedicas al juego? Demasiado...poco según los impulsos ...mucho según la razón.
05.- ¿Tienes alguna partida memorable? Muchas, todas, cada una en su manera,
algunas perdurando en la memoria más que otras. En la primera categoría se
inscriben mi primera partida oficial, en que aprendí que una Z por seis puede
valer más que un scrabble, un insólito experimento con dos tableros y bolsas de
fichas juntadas en una clase de minisuperscrabble, una maratón de 10 partidas
proporcional al número de horas que duró un gélido viaje en tren a una
temperatura de cero grados centígrados (fuera), subida artificialmente gracias
a una líquida reacción bioquímica a base etílica, de modo que ya no me es
posible circunscribir a la categoría memorable las partidas que se supone que
debí jugar en el torneo oficial tras la llegada al destino (si es que
llegué...)
06.- ¿Cuál es tu letra favorita? La uve triple (VVV), símbolo inequívoco de una vívida
victoria veloz, pero como todavía no ha sido aceptada, me contento con el
comodín que puede reemplazarlas todas.
07.- El lugar más agradable donde has jugado: En la cama. Ciertamente
con algún que otro sazonador, contribuyendo a amenizar la experiencia.
08.- ¿Cuál es la persona con la que más juegas? El contrincante, en
básicamente todos los torneos. Hice algún intento por obviarlo, pero luego me
remitieron a las duplicadas...
09.- La cosa más cómica que te ha dicho alguien, sobre el juego, es: ¿...verdad que en el
escrábol se juega a la pelota...?
10.- ¿Qué haces actualmente por el movimiento del scrabble? Un poco de todo, aparte
de imaginar algún cambio revolucionario y ortodoxo como sobre el tema que
apuesto que me vas a preguntar seguidamente, estoy colaborando en las
comisiones técnicas FISE y AJS, ayudando a montar los torneos y eventos del
club local cerdanyolense, contribuyendo a la promoción del movimiento del
Scrabble escolar, participando en la organización del Scrabble en catalán desde
la Federación Internacional de Scrabble en Catalán, ente que presido, pero
siempre disfrutando de este magnífico e idiosincrásico mundillo y sus gratos
habitantes entre los cuales me cuento.
11.- ¿Qué cambiarías, o que le agregarías al juego? Como fiel creyente de la evolución hacia
estados mejores, pienso que el Scrabble no tendría que ser una excepción. De lo
contrario seguiríamos con el tablero en su formato original buttsiano...
En el juego en
español, apoyaría un par de cambios en cuanto a las fichas, con el fin de
dinamizar y facilitar el juego (sobre todo en las duplicadas): que la Q englobe
la U, de modo que deje de ser una ficha con la que mayoritariamente especular –
los defensores de la situación actual podrán quedar tranquilos, ya que sin una
E o I disponible (salvo el quórum de un quasar), seguirá teniendo mucho cariz
estratégico. Y si ya estamos tocando los tabúes, renunciaría a las fichas CH,
LL y RR, permitiendo (tal y como se hizo en algún momento) que los grupos
respectivos se formasen al adjuntar dos fichas distintas (C+H, L+L, R+R), lo
que haría el juego menos rígido (en definitiva, en la actualidad es como si
distinguiéramos entre una ficha A sin acento y una ficha A acentuada que
valdría 8 puntos).
Acerca del fondo
léxico, me gustaría acabar con el mito de la no flexión de los vocablos
anticuados, en desuso y de la germanía, cuya perpetuación se me antoja una
limitación artificial (atrevámonos a imaginar que en algún momento hubo
acorrimientos, abatiduras y se adeliñaba...). Tampoco me parece fuera de lugar
introducir en su totalidad las componentes de las locuciones, expresiones, etc.
mencionadas en el diccionario (profundis de “de profundis”, promptu de “in
promptu”, etc.). Y por último, me gustaría contar con más fuentes (siempre
contrastadas) que el DRAE (como el Diccionario de uso del español, de María
Moliner).
En definitiva, hacer
que el juego sea lo más ameno, atractivo y generoso posible, prescindiendo de
falsos mitos y barreras artificiales.